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la obesidad/2. La acción

La epidemiología ofrece actualmente dos posiciones para el estudio de relación enfermedad/salud. Una que conceptualiza la relación como un fenómeno de orden biológico y enfatiza en la causalidad. Desgrana de esta forma el concepto nosológico  de la patología y da cuerpo al pensamiento médico tradicional que tiende a entender la epidemiología como ciencia auxiliar de la clínica, diagnóstico de la administración de salud…

La otra interpreta la salud/enfermedad como un complejo entramado de factores sociales que subordinan los procesos biológicos. La epidemiología de la obesidad puede darnos, por tanto, una visión de la enfermedad más cercana a los problemas que desarrolla la patología (muchos de los cuales, los hemos descrito), riesgos, prevalencia en la población, etc o puede hacernos ver el complejo entramado sociocultural en el que la enfermedad se desarrolla, crece y nos atenaza. Ambas visiones son necesarias para dar con la solución. El problema de enfatizar una u otra visión es, a mi juicio, parte de la explicación del fracaso de las políticas para erradicar la patología.

No es posible creer que algo tan complejo se resuelve dando instrucciones al obeso para que coma menos y haga más ejercicio. De la misma forma que no se hace nada perdiéndose en un mar de estudios que no concluyen en políticas concretas.

Sabemos que estamos frente a una pandemia. Es decir que tenemos consciencia de que nos enfrentamos a un colosal problema de salud pública. Se habla de epidemias gemelas (“twin epidemic”) cuando los datos de la OMS relacionan la diabetes tipo 2 con la obesidad, en más de un 80% de los casos. Ya se podría hablar de epidemia triple, ya que las enfermedades cardiovasculares entran en este juego mortal a través del denominado “síndrome metabólico”, que es otra de las infames herencias que deja la obesidad entre sus víctimas. Para este mismo organismo, durante el curso de este siglo, si las cosas siguen así, la obesidad reemplazara al tabaquismo como principal causa de mortalidad evitable.

Mientras seguimos avanzando en determinar los factores genéticos, las relaciones socio económicas, las diferencias de género, etc, vamos a ponernos a hacer cosas concretas.

La actual ministra de sanidad ha lanzado una pelota que ha quedado botando (picando como dicen en Argentina..). Bien es cierto que cosas así no son políticas concretas. Hay que recordar  que en España, desde el año 2005 la administración central ha puesto en marcha la estrategia NAOS (estrategia de nutrición, actividad  física y prevención de la obesidad), que recogía iniciativas en distintos ámbitos de acción, desde locales y regionales, implicación de empresas, administraciones, trabajos de investigación, difusión de hábitos saludables en nutrición y ejercicio físico. En fin, amable lector, la constatación del enorme fracaso de tal estrategia, es que no te suena de nada…

Ahora no sabemos si el desayuno de hace dos meses de la nueva ministra, estaba cargado de intenciones a vehiculizar en el NAOS o si estamos hablando de algo nuevo. En cualquier caso la posibilidad de combatir la obesidad desde las escuelas es algo así como enfrentarse a Gozilla con un tira chinas. Sin embargo tenemos que hacerlo. Por varias razones. En primer lugar porque es un campo donde el control es de la administración. El componente familiar en la prevalencia es rotundo en los estudios consultados. El control, por tanto, no pertenece a quien no ve el problema. En segundo lugar, sin dinero no se hace salud pública. Por tanto el compromiso de modificar parte del origen del problema a un coste ínfimo, no solo parece una buena idea, sino que es una obligación. Y por último porque no se trata de una política especial para el niño/a obeso. Es un beneficio compartido, más allá de la patología. Todos ganan.

Como implementar el plan de acción contra la obesidad en las escuelas?

  1. Capacitando a los maestros/profesores de Educación Física. En los estudios de magisterio, el maestro especialista no tiene formación adecuada en los fundamentos biológicos de la actividad física. Es imposible diseñar planes de actividad vigorosa sin el conocimiento indispensable de la fisiología del ejercicio. El maestro necesita saber con precisión qué es el metabolismo aeróbico/anaeróbico, las adaptaciones cardiovasculares y respiratorias al ejercicio, los principios metabólicos del uso de los nutrientes y por fin las nociones básicas de nutrición que permitan que sus clases estén repletas de buenos consejos en alimentación.  No es objetivo de este escrito, pero no se entiende muy bien como teniendo Licenciados (hoy grado) en Ciencias de la Actividad Física y Deporte, con una buena formación en el terreno, no son ellos quienes imparten toda la educación física escolar. Primaria y secundaria.
  2. Necesitamos realizar una hora de actividad física diaria. Pero de ejercicio vigoroso. No es posible que esta iniciativa, de llevarse adelante, se implemente dejando salir a los niño/as al patio o llevarles a hacer malabares. Se trata de ejercitarse. Imagine el lector que una base para comenzar es recordar que por cada litro de oxígeno consumido se invierten 5 Kcal. Qué menos que establecer actividades de impliquen medias de 1.0/1.5 lts min-1. Es decir una media de gasto calórico de 300/450 kcal por clase/ día.
  3. Necesitamos el compromiso de todo el profesorado. No es tarea exclusiva del profesor de Educación Física. El resto de profesores cumplen una tarea fundamental al implementar a través de la transversalidad, recursos que apoyen la idea básica: La obesidad es una enfermedad. Una enfermedad peligrosa. La consecuencia de un estilo de vida.
  4. Los servicios auxiliares como las cafeterías, máquinas expendedoras, etc de los centros escolares, deberán adaptarse a la política formativa del centro. No desarrollar el consumo de bollería, refrescos…
  5. Las pausas de recreo destinadas a las comidas de media mañana deberían ser reemplazadas por el hábito del “desayuno completo”.  Este concepto puede chocar con nuestra idiosincrasia, pero tiene un poderoso fundamento biológico. Es imprescindible el destierro de los bocadillos de embutidos para dar paso a las piezas de fruta, los cereales… No es solo un problema de comer mucho, es también, o más, un problema de la densidad del alimento. No contar las calorías, sino mirar qué calorías.
  6. Los niño/as con sobrepeso u obesos que comiesen estos programas no deberían ser vigilados como enfermos. No es tarea del profesorado el control del IMC. Por otra parte es importante no generar obsesiones que pueden dar lugar a otros desórdenes alimenticios. Es importante contar, en este sentido, con la implicación de los centros de salud. Las periódicas charlas de un médico sensible con el problema pueden ayudar mucho a padres, alumnos y profesores.

Decíamos que mientras descubrimos como atajar esta pandemia, que sólo en nuestro país tiene un coste anual estimado en 2500 millones de euros, los patios de los colegios se nos siguen llenando de gordos. Hagamos algo. Empecemos por los más barato y fácil de implementar. El resto ya veremos….

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Gustavo Santángelo

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