En el post anterior nos quedamos frente a la duda del beneficio hormonal para el entrenamiento que puede suponer el alcohol.
Vamos a ello.
Hemos visto como el organismo se deshace de los efectos tóxicos del etanol. En el esfuerzo, el hígado se deja parte de su integridad. Pero qué pasa con el sistema hormonal cuando bebemos alcohol?
La noticia de que beber después de entrenar estimula la producción de testosterona es cierta. Claro, matizable. Veamos. El estudio se realiza con una ingesta de 1.09 g de alcohol por kg de peso magro, es decir del peso que se obtiene después de un análisis corporal y se desestima el peso graso.
Veamos: lo ponemos en un ejemplo. El atleta pesa 80 kg y tiene un 10 % de masa grasa (no te rías, tú también podrías tener esos porcentajes…y menores, pero hay que trabajarlos…) por tanto la ingesta de alcohol que se le dará en el estudio, después de un ejercicio intenso será de 70 gr. Eso es como decir que le vamos a dar a beber unas tres latas de cerveza (en esto seguro que ganas al atleta). El grupo control no bebió alcohol.
El resultado fue medido en los intervalos 60/90 minutos y 140/300. Fueron medidas las concentraciones de testosterona total (TT), testosterona libre (FT), proteína transportadora de hormona sexual (SHBG), estradiol y cortisol.
Los resultados fueron que se obtenían mayores concentraciones significativas (P ≤ 0.05) de TT, FT y resultados no significativos en los demás componentes….guau!!!…has salido en busca de unas birras??? Espera, sigue leyendo…
En otros estudios en los que se estudia el efecto a más largo plazo de las concentraciones de cortisol, este se mantiene significativamente más elevado en los atletas que han consumido alcohol en las dosis estudiadas (1.09 g por kg).
Conclusión?
La testosterona aumenta su biodisponibilidad en forma aguda en las intoxicaciones etílicas con 1.09 g por kg de peso magro. El cortisol que no aumenta significativamente en los primeros momentos, se mantendrá significativamente alto bastante tiempo después de la ingesta (3 días). De forma que si bien es cierto que la testosterona aumenta en sangre, el cortisol aumentado durante 3 días destruirá cualquier supuesto beneficio de tal resultado.
Suma a este efecto deletéreo del cortisol el hecho de que la ingesta de más de 30 g de alcohol diario es el límite que establece la OMS para declarar a un bebedor de alcohol como ALCOHOLICO. No es capricho, parece ser el límite en el que el hígado es capaz de realizar las metabolizaciones comentadas en el primer post. 30 g son algo así como una cerveza y media o algo menos que 300 ml de vino tinto, es decir una copa. Así de duro.
El alcohol tiene 7 kcal por gramo. Son denominadas calorías vacías. Es decir son calorías que se obtienen de moléculas que no aportan nutrientes. Sí aportan obesidad. El alcohol perpetúa la acción neoglugogénica del hígado y aumenta el ciclo de la lisina. Rompe estructuras musculares, sobretodo esqueléticas, para mantener la glucemia. Aumenta alarmantemente la resistencia a la insulina y contribuye a disminuir el metabolismo de los ácidos grasos poliinsaturados por secuestro de NADPH, aumentado la circulación de grasas saturadas.
Es decir: sin brazos, sin piernas, con tripa, hipertenso, diabético y con un hígado graso…
Todavía estás ahí?
No es buena idea tener el alcohol como aliado en los entrenamientos, aunque es cierto que de forma transitoria aumenta la biodisponibilidad de la testosterona tanto total como libre….
…y si en lugar de 1.09 g por kg de peso, dejamos la cosa en 0.35 g? Eso en términos prácticos es un vaso de vino tinto de 200 ml, para un sujeto de 80 kg…he dicho VINO TINTO, no he dicho CERVEZA. Me quiero quedar con el efecto hormonal transitorio, con una dosis de etanol por debajo de la toxicidad hepática, el efecto benéficos de los flavonoides del vino tinto y evitar el bache estrógenico de la cerveza…vaya ahora le toca a la cerveza?
Ese es otro post…
Un abrazo