RECUPERAMOS ESTE ARTÍCULO Y SU SEGUNDA PARTE COMO ESPECIAL ATENCIÓN A AQUELLOS QUE SIGUEN CONSULTANDO SOBRE ESTOS SUPUESTOS BENEFICIOS.
AQUÍ VA…
Hace unos días leía en un artículo de divulgación que el consumo de alcohol después de realizar ejercicio intenso, aumentaba los niveles de testosterona en sangre…era cuestión de esperar. Las consultas empezaron a llover. Lógicamente, no había sido el único que lo había leído.
Qué pasa entonces con el alcohol? Nos podemos poner ciegos después de entrenar?
O sea que mis entrenamientos se ven magnificados si me voy de fiesta y se me tuercen las esquinas? …
Siento no poder daros esa buena noticia. Lo que sí haré es tratar de explicar que pasa con ese amigo ocasional y enemigo aparente que es el alcohol. Eso sí, necesitamos un poquito de bioquímica, así que si estás leyendo esto con una Heineken en la mano y la esperanza en el corazón, bájate del barco y súbete al post otro día…
Cuando bebemos alcohol, nuestro organismo lo metaboliza de diferentes formas, unas dependientes de otras y algunas relacionadas con las dosis ingeridas. En primer lugar actua la alcohol deshidrogenasa (ADH), una enzima citosólica (es decir que actua en el citosol de las células implicadas en el trabajo. En este caso el estómago y el hígado). Esta enzima tiene varias isoformas, es decir que existen muchas variedades de ADH, esta variedad hace que no todos tengamos la misma tolerancia a distintas concentraciones de alcohol. Esa capacidad variable de la enzima de unirse al alcohol es tiempo dependiente y por esa razón cuando se beben cantidades considerables de alcohol rápidamente, la intoxicación es mayor.
Existe otro mecanismo de metabolización del alcohol que bebemos que se denomina catalasa. Es como la ADH, una forma de transformar el etanol del alcohol en acetaldehído (un subproducto o metabolito, menos tóxico y con posibilidades energéticas). Esta vía necesita componentes comunes a otras vías metabólicas necesarias para la vida de la célula. Por ejemplo el NAD+ (un nucleótido transportador de hidrogeno). Al faltar componentes como este, la disponibilidad de fabricar glucosa de forma normal decrece. El hígado, siempre alerta ante estos problemas, trata de sustituir este desarreglo rompiendo tejido muscular. De esta forma obtiene materia prima para mantener los niveles óptimos de glucosa en sangre.
La primera consecuencia es que cuando bebes, y con independencia de las posteriores adaptaciones hormonales, tu hígado empieza a romper la musculatura que has estado trabajando…ya vamos mal.
Si sigues bebiendo, este sistema de contener y metabolizar el etanol en sangre se ve desbordado. De manera que el organismo solicita una vez más que el hígado se ponga en marcha. Lo hace a través de un sistema que se conoce como Microsomial. A diferencia de los otros, este sistema oxida NADPH….pausa para el mareo?
Bien, sin entrar en el laberinto bioquímico menester para ajustar el concepto, digamos que el NADPH es un estimulador de la síntesis de ácidos grasos. Esta circunstancia y el aumento de hormonas como glucagón y cortisol, que estimulan la lipólisis, nos pintan el cuadro del alcohólico: Sujeto con pérdida de masa muscular y grasa subcutánea y con hígado graso. Vamos peor…
Estudios recientes confirman que el etanol produce una merma importante de las proteínas que se encargan de reparar por fusión las mitocondrias. Esas organelas que se encargan de producir energía aeróbica.
No está pareciendo una buena idea la de beber y entrenar… entonces a que se refería la noticia? Tanto nos engañan?
El secreto está en las adaptaciones hormonales que produce la ingesta de alcohol.
Será entonces cierto que bebiendo después de entrenar conseguimos un efecto anabólico del entrenamiento?
No salgas esta noche a ponerte hasta las orejas que todavía no te lo he contado todo…aguantas hasta el próximo post?
Un abrazo