El aforismo anglosajón está impreso en el transporte público de los EEUU y algunos de Reino Unido, advirtiendo al viajero que precisa cuidar dónde pisa. En nuestro caso más que “dónde”, nos quedaremos en el “cómo”.
La pisada está de moda en el deporte. No hay debate técnico o recreativo, relacionado con la actividad física que no contenga la opinión de quienes usan calzados “pronadores”, defienden a ultranza la necesidad de podoscopias como elementos claves antes de iniciar un período de preparación y hasta quienes ahora sostienen que nada de eso es necesario, que debemos correr descalzos…el movimiento barefoot que desde USA nos llega como una revelación…
Dos semanas atrás, con motivo de la celebración de la Marathón de mi ciudad, me encontraba en la zona de inscripciones donde la organización tenía montado un “show room” con una importante cantidad de empresas del sector mostrando y vendiendo sus productos. Me quedé sorprendido en una de ellas. Te realizaban una especie de podoscopia con huella fluorecente y un comercial (en el acto) te indicaba que de acuerdo a la huella de tu planta te convenía tal o cual plantilla. Lo curioso no era solo que TODO EL MUNDO necesitara una plantilla, sino que la cola para realizar tan temerario examen era de 10 minutos…qué está pasando?
Probablemente lo de siempre, que quienes alertan de estas cuestiones, lo hacen con una calculada falta de rigor y de ello suelen sacar pingües beneficios. Algo de eso hay entre las cámaras de aire de aquellas zapatillas casi cósmicas hasta las pronadoras más recientes y las minimalistas que vienen en camino.
Es necesario calcular la pisada? Realmente es necesario tener todos esos estudios al día para poder entrenar? Veamos.
Los seres humanos nos ponemos de pie y caminamos. Todos, salvo excepción sujeta a condición patológica. Y esto lo hacemos a su debido tiempo, que es el tiempo de maduración motriz que sigue nuestra evolución. En el apoyo bipodal se expresan miles de años de evolución y no resulta fácil, todavía a estas alturas, para la integridad de nuestro eje axial. La estrategia del pandeo, que no es otra que la ventaja de la combinación de las distintas curvas fisiológicas frente a una columna rígida, permite a la columna vertebral mantener nuestra cabeza erguida y nuestros miembros superiores libres de apoyo. Los pies nos dan ese sustento bipodal, son la base de sustentación de lo que nos caracteriza como mamíferos.
El precio a pagar por este privilegio lo conocen muy bien quienes tienen a las lumbalgias, dorsalgias, sacroileítis, talagias, metatarsalgias, etc, como compañeras habituales de viaje.
Cuando estamos erguidos con apoyo bipodal, nuestros pies nos sostienen con lo que se conoce como el trípode plantar. Este trípode se configura con un punto posterior, el talón (hueso calcáneo), y dos puntos anteriores: por dentro, la cabeza del primer metatarsiano y, por fuera, la cabeza del quinto.
Estos tres puntos de apoyo, a su vez, están fuertemente unidos por bandas aponeuróticas y musculares (arcos plantares) que sostienen en sus respectivos sitios los tres puntos descritos: el arco plantar interno une el apoyo calcáneo con la cabeza del primer metatarsiano (arco interno), el arco plantar externo une el apoyo calcáneo con la cabeza del quinto metatarsiano (arco externo) y, el arco anterior, une los puntos de apoyo de las cabezas del 1º y 5º metatarsianos.
Toda la fisiología del pie está regida por dos huesos esenciales que se encuentran en el retropié (este es un término erróneo, según el prof. Dr. Pedro Guillén, ya que no puede existir un retropié y un antepié, ya que todo es pie): el Calcáneo por fuera, y el Astrágalo por dentro.
Estos dos huesos forman entre sí un ángulo de unos 40º en la normalidad, si lo apreciamos de frente o perfil. Lo que se conoce como compás astrágalo-calcáneo. Es la alteración de este ángulo la que da lugar a patologías que se extenderán al resto del pie. Es fácil de entender si tenemos en cuenta que el calcáneo controla los radios externos que terminan en 4º y 5º dedo y que el astrágalo hace lo propio con los radios internos que abarcan los tres primeros dedos. En el pie plano, el ángulo descrito es siempre mayor de 40º por lo que se vence el arco interno y en el pie varo en el que el arco es menor de 40º y por tanto prevalece el apoyo externo. Su expresión patológica es el pie equino-varo o pie zambo.
Pero si tenemos en cuenta, no sólo la relación astrágalo-calcáneo, sino también el resto de estructuras, la cantidad de pies distintos que logramos clasificar, se magnifica: A saber.
PIE VARO: Pie en el que el talón (calcáneo) mira hacia dentro y se dirige hacia dentro.
PIE VALGO: Pie en el que el talón mira hacia fuera y se dirige hacia fuera
PIE ADDUCTO: El antepié se desvía hacia dentro
PIE ABDUCTO: El antepié se desvía hacia fuera
PIE SUPINADO: La planta del pie mira hacia dentro
PIE PRONADO: La planta del pie mira hacia fuera
PIE TALO: Pie fijado en flexión dorsal del tobillo (apoya con el talón solamente)
PIE EQUINO: Pie fijado en flexión plantar del tobillo (apoya con el antepié solamente)
PIE CAVO; Pie con predominio del arco longitudinal. De causa congénita o secuela de patología neuromuscular o fisiológico por aparente predominio del peroneo lateral largo sobre el tibial anterior.
En fin que la lista de posibles pies aumenta considerablemente…es sin embargo condicionante para el rendimiento deportivo?
Lógicamente sí. Saber cómo pisamos es importante para minimizar la lesión de algunas estructuras que se relacionan estrechamente con la forma en que apoyamos los pies en el suelo.
Dejando para otro análisis las entidades que afectan las rodillas, caderas, pelvis, cuadrado sacrolumbar y eje axial y que se relacionan íntimamente con la pisada, nos centraremos en el pie.
El apoyo bipodal descrito tiene que dejar paso a la pisada dinámica de la marcha o la carrera
1. Primer periodo de doble apoyo: Que comienza cuando el pie tomado como referencia toma contacto con el suelo por el talón, frenando la aceleración del cuerpo hacia delante y culmina con el despegue del miembro contralateral.
2. Primer apoyo unipodal o periodo portante: En el cual el peso del cuerpo recae en la extremidad tomada como referencia, mientras el miembro contralateral esta oscilando.
3. Segundo doble apoyo: El pie considerado se apoya solo por el antepié en el suelo y está en situación posterior acelerando el cuerpo hacia delante, es el miembro propulsor o miembro activo dinámico.
4. Segundo apoyo unipodal o periodo oscilante.- El pie que en el tiempo anterior solo se apoyaba por el antepié en el suelo, ha despegado e inicia su periodo oscilante.
En la carrera tenemos solo dos fases:
- La de apoyo: Según sea la zancada, el corredor apoyará el calcáneo por delante del centro de gravedad, la pelvis oscila hacia el lado contrario al apoyo, mientras este avanza hasta el tarso y desvía ligeramente la línea de carga hacia el 1º metatarso. Este descenso que se produce mientras avanza el apoyo, necesita del equilibrio muscular que controla la cadera contralateral. Esto lo realizan la cintilla iliotibial y la contracción excéntrica del cuadríceps. Debemos considerar que en el momento de apoyo del calcáneo, el grupo muscular que esta por delante de la tibia hace de “rienda” para que el pie no vaya suelto hacia delante. En esta situación el tibial anterior se encarga de mantener al pie en una supinación protectora, de forma que la transición del apoyo hacia el tarso, se hace sobre una rotación que llevará a pronar el tarso y transitar el apoyo hasta el 1º MTF, con la contracción de la fascia plantar
- El impulso nace del hallux en la máxima pronación del tarso. Es decir que es el 1º dedo y sus sesamoideos lo último que se apoya en la pierna que da el impulso. La estabilidad muscular de esta fase pertenecen al sóleo, gemelos y la fuerza extensora de la rodilla. Las fases de vuelo no las comentamos porque lógicamente, no hacen al tema.
Como ves, querido lector, efectivamente existe un importante juego de pronosupinación del pie en la carrera. Y es verdad que en función de las distintas formas óseas y la relación entre ellas, las pisadas de la carrera se verán condicionadas y con ellas las cadenas musculares que tantas veces se ven afectadas. Pero resulta del todo imposible hacer ese cálculo sin un ANALISIS DINÁMICO de la pisada. Es decir, sin que quien analiza “como” pisamos nos vea hacerlo mientras corremos. Por eso, cuando quieras saber qué zapatillas comprar o cómo equilibrar tus cadenas musculares en la entrenamiento aeróbico, acude a un centro de biomecánica deportiva.
El análisis dinámico de la pisada te ayudará a encontrar la solución. El resto es un negocio hecho al amparo de tu interés y desinformación.